TAMAULIPAS

El Galápago Tamaulipeco: Un ícono prehistórico de nuestros desiertos

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Si caminas lo suficiente por los semidesiertos del noreste de México, eventualmente te toparás con un pequeño hueco en el suelo. Al examinar su interior, si tienes suerte, encontrarás uno de los reptiles más icónicos de nuestros desiertos: el galápago tamaulipeco, de nombre científico Gopherus berlandieri.

Debido a que su plan corporal no ha cambiado mucho desde aquellos ejemplares que encontramos petrificados entre rocas ancestrales, estas tortugas son frecuentemente llamadas “fósiles vivientes”. Han existido por más de 30 millones de años, y en varias presentaciones. Algunas de sus especies hermanas llegaron a medir más de un metro de largo y solían pisar los suelos donde esta pequeña berlandieri ahora busca tunas para hidratarse. Y vaya que es pequeña, pues todas las otras especies de su género la superan en tamaño. Cosa bonita.

Respecto a sus hábitos, he aquí un buen ejemplo de resiliencia. Estas tortuguitas no tienen muy buena visión nocturna, en lo absoluto. Salir durante la noche, además, las expondría ante buena parte de los carnívoros de su hábitat. Pero salir durante el día es algo complicado cuando vives en un desierto; el sol simplemente no te lo permite. Entonces, se han adaptado para ser crepusculares – lo que significa que realizan sus actividades alrededor del amanecer y posteriormente, del atardecer. No son las excavadoras más prolíficas entre su grupo, pero aún así son capaces de cavar pozos de más de un metro de largo bajo la tierra del semidesierto. Nada tontas: cada que pueden aprovechar madrigueras construidas por otros animales, lo hacen sin pensarlo dos veces.

Cada individuo silvestre tiene algo llamado “zona de vida”, que es el área donde realiza todas sus actividades vitales. Para esta especie, dichos espacios son extremadamente limitados – mucho más pequeños que una cuadra urbana. Están tan estrictamente adaptadas a su cachito de tierra, que moverlas 100 metros a menudo es suficiente para amenazar su supervivencia. Supervivencia que, de no ser interrumpida por depredadores como nosotros, puede rebasar los 60 años. Esto es algo extremadamente raro en reptiles.

Lamentablemente, y aunque existen áreas bien conservadas dentro de su distribución, el galápago tamaulipeco es cada vez más difícil de ver en su hábitat natural, debido principalmente a su extracción masiva del mismo. Su captura y posesión es ilegal según la NOM-059 de la SEMARNAT, quienes además la consideran una especie amenazada. Ahora, la tenencia informada y responsable de individuos nacidos en cautiverio no es un pecado, diría yo. El problema es cuando se extraen de su hábitat para convertirse en ornatos de jardín. Estos prehistóricos bichos tienen un rol muy importante que cumplir en el equilibrio ecológico de nuestro estado, y lo menos que podemos hacer es… simplemente dejar que lo sigan haciendo, en su hábitat natural.

Un gran desafío al que se enfrentan es, por supuesto, el atropellamiento. No es que las tortugas crucen carreteras – es que las carreteras cruzan desiertos. Cuando una de estas hermosuras pone una pata sobre pavimento, frecuentemente firma su sentencia a ser atropellada o recogida para convertirse en una mascota.

¿Que qué puedes hacer? Pues, si te encuentras una tortuga en su hábitat natural, admírala con respeto y prudencia. Si llegas a ver una en la carretera, no hay problema alguno con ayudarla a llegar al otro lado – esto seguramente la salvará de una llanta o de un secuestratortugas. Si tienes una como mascota, ya no es buena idea liberarla, dado que es poco probable que sobreviva y bastante probable que participe en un desafortunado intercambio de patógenos con sus contemporáneos silvestres. Entonces, infórmate sobre cómo puedes brindarle la mejor calidad de vida posible y cubrir todas sus necesidades nutrimentales. Y ya de ahí, si se te vuelve a presentar la oportunidad de adquirir una de estas tortugas, asegúrate de desaprovecharla por completo. Los ecosistemas xerófilos de nuestro estado te lo agradecerán, por algunos 60 años más.

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